El ayuntamiento de Vilamartín forma parte de la historia de la comarca de Valdeorras y cuenta con diversos restos arqueológicos que así lo demuestran. En este apartado intentamos ofrecer un breve resumen de esa historia y de su relación con nuestra localidad.
LA PREHISTORIA
El término municipal de Vilamartín de Valdeorras cuenta con un importante patrimonio cultural y arqueológico atribuible a diversos periodos históricos, desde los primeros pobladores paleolíticos, pasando por el neolítico, la Edad de Bronce y la de Hierro. La pegada paleolítica aparece testimoniada por la presencia de diverso material lítico: bifaces, raederas, lascas o núcleos todos ellos, en su mayoría de cuarcita, disperso por las terrazas del río Sil. De la época del Neolítico son conocidos los diversos monumentos megalíticos que nos indican la introducción de nuevos ritos y costumbres funerarias representadas por grandes sepulturas, de carácter colectivo, denominadas comunmente como mámoas en gran parte del territorio gallego mientras que en Valdeorras son conocidas como medorras, que se agrupan en extensas necrópolis de las que en este ayuntamiento podemos localizar en los montes de Cereixido y Busdei una buena muestra de este fenómeno funerario. De la Edad de Bronce son famosos los petroglifos de Penas dauga en los que se pueden apreciar grabados en piedra diversos motivos como cazoletas, círculos concéntricos, cruces así como un gran laberinto, los petroglifos de Alto dos Pinos, lindantes con el Concello de A Rúa, donde se representan una serie de armas tipo alabardas esculpidas todas en un tipo de roca característica de la comarca valdeorresa de color rojiza conocida como roca conglomerática, o los petroglifos de o Alto dos Castelos en Correxais con representación de motivos cruciformes y herraduras. Finalizada la Edad de Bronce da comienzo la cultura castreña que por carecer de escritura las fuentes grecorromanas resultan imprescindibles para su estudio pintándonos un panorama de un territorio dividido en parcelas desiguales de ámbito comarcal conocidas como civitates ou populi que se articulan en unidades subordinadas llamadas castellum o castro. A través de estas fuentes sabemos, también, que la comarca de Valdeorras estaba ocupada por el pueblo de los Gigurri del que nos quedaron numerosos yacimientos castreños, entre los que podemos destacar: O Castelo de Valencia que fue objeto de excavaciones arqueológicas en la década de los 70 de la pasada centuria por parte del grupo valdeorrés de Os Escarvadores que pusieron al descubierto una serie de cabañas que responden a una ocupación en la época romana tardía sin descartar fases de ocupación anteriores. El castro de A Madalena en Vilamartín ocupado en la actualidad por el Pazo de Ruchel o el Pendón por encima de la población de Arnado, sirviendo de límite con el Concello do Barco.
LA ROMANIDAD
Con la conquista romana del Noroeste Peninsular por el emperador Augusto (25-19 a C.) la etnia de los Gigurros queda integrada política y administrativamente en la región de Asturia y en el convento jurídico de Asturica con capital en Asturica Augusta (Astorga), resultando de extraordinaria importancia para el desarrollo de esta comarca la construcción de la Vía Nova o vía XVIII del Itinerario de Antonino una de las carreteras diseñadas durante los reinados de los emperadores Vespasiano y sus hijos Tito y Domiciano con la finalidad de comunicar las grandes ciudades de Braga y Astorga por un territorio salpicado de numerosas explotaciones auríferas tanto de origen primario como secundario, destacando en nuestro ayuntamiento el complejo de As Barreiras (Córgomo), Valdegodos y la Pala (Vilamartín), O Pedragal y el Carril (Portela) o la Cova dos Mouros en Arcos. Otras muestras de romanización son los asentamientos en planicie como el Pombal en San Miguel de Outeiro o el ara de Vilamartín dedicada al dios Porolus por Marco Emilio Lepidino que se conserva en el Museo Arqueológico de Ourense.
LA EDAD MEDIA
Con la irrupción de los pueblos germánicos, a principios del siglo V, se inicia el desmantelamiento de las estructuras político administrativas del Imperio Romano con la presencia de Suevos, Vándalos, Alanos y Visigodos, iniciándose una etapa poco conocida con dispersos y escasos restos arqueológicos. Tenemos constancia de la acuñación de monedas por parte de los reyes Witterico, Sisebuto y Suinthila en la ceca de Geurres evolución del topónimo Gigurri y de algunas piezas arquitectónicas visigóticas en la vecina localidad de Petín: capiteles y pilastras o la placa de un cancel en Córgomo y otra en Xagoaza (O Barco). Con la invasión árabe a principios del siglo VIII, los viejos aparatos administrativos desaparecen a la vez que disminuye la densidad de población, abandonándose los pocos núcleos urbanos que quedaban, produciéndose una despoblación generalizada de la que no estuvo ausente Valdeorras. Con la creación de la monarquía asturiana comienza poco a poco la reconquista de los territorios situados al norte del río Duero y el fenómeno de la repoblación con la construcción de nuevos núcleos de población que son los que se conservan, mayoritariamente, en la actualidad con gentes autóctonas o procedentes de otros lugares, siendo muestra de este fenómeno los topónimos: Vascois (repoblación hecha con Vascos) o los que inician con Vila (Vilamartín, Vilanova, Vilela, Vilariño, etc). Son escasas las muestras de este período que se sintetizan en la aparición de una ventana geminada procedente de San Salvador de A Proba conservada en el Pazo de Don Demetrio en Arcos. Desde el siglo IX ya se empieza a contar con diversa documentación escrita que nos permite afirmar que la tenencia,mandación ou commitatus de Valdeorras recayó sobre una única familia, os Froilaz con residencia en Xagoaza, una especie de gobernadores de la tierra de Iurres. En el siglo XIV la tenencia de Baldiorres pasa del linaje de los Froilaz a los Castro, señores de Trastamara, Lemos y Sarria en virtud de una donación que el rey Alfonso IX hizo a Pedro Fernández de Castro quién construye la fortaleza de O Castro convirtiéndose en capital de este señorío. Tras la guerra civil entre el rey don Pedro I y su hermano Enrique II los bienes de los Castro son confiscados y donados a Perrin de Bersevá. Durante los 25 años siguientes, el señorío de Valdeorras, pasa por varias manos hasta que por compra pasa a doña Isabel de Castro. A su muerte, hereda su hija Juana de Castro que se casa con don Juan Pimentel, conde de Benavente, uniendo temporalmente los señoríos de O Bolo y Valdeorras. De este matrimonio nacieron dos hijos, don Alonso que muere tempranamente, y doña María Pimentel y Castro que se casa con don Bernardino Pérez Sarmiento pasando el señorío de Valdeorras a manos del conde de Ribadavia permaneciendo en esta familia hasta la supresión de los mismos a mediados del siglo XIX.
EL ANTIGUO REGIMEN
Época que comprende los siglos XVI al XVIII caracterizado, en lo político, por la monarquía absoluta aunque que manteniendo las viejas estructuras medievales como los señoríos, con menos atribuciones pero manteniendo muchos privilegios, nombrando justicias, alcaldes, regidores y cobrando impuestos, recayendo Valdeorras bajo la autoridad de los Condes de Ribadavia. Continúan las instituciones eclesiásticas y monásticas medievales a las que se añaden otras nuevas como el convento de los monjes Trinitarios Descalzos de Correxais, fundado por bula pontificia el 15 de febrero de 1725 tras un largo proceso con gentes partidarias y otras en contra de su creación. Por otra parte, el nuevo régimen, favorece el surgimiento de nuevos ricos que levantan hermosas construcciones o pazos como las casas hidalgas de los Prada, Losada, Quiroga, etc, presentes en varias poblaciones del municipio como las de Portela, San Miguel de Outeiro o el pazo de Cima de Vila en Vilamartín, actualmente desaparecido.
EL SIGLO XIX
Con la Guerra de la Independencia se inicia un largo proceso de transformaciones que van a permitir la creación del estado moderno, aunque se produjeron situaciones de involución, con intentos de mantener la monarquía absoluta. El camino se inició en las Cortes de Cádiz con la redacción de la primera Constitución Española; papel especial tuvo el cura párroco de Vilamartín -el abad Ruíz de Padrón, natural de las Islas Canarias- principal impulsor de la abolición de la Inquisición y del Voto a Santiago. Transcendental para el desarrollo económico de la comarca valdeorresa, fue la construcción de la línea del ferrocarril y de la carretera N-120, a finales de siglo. Estas infraestructuras favorecieron una profunda transformación en el viñedo, con la introducción -después de la plaga de la filoxera, que arrasó con las variedades autóctonas- de nuevas variedades más productivas; al mismo tiempo, permitieron la salida de esos productos hacia los nuevos mercados, a través de los puertos de Vigo, A Coruña o Ferrol.
Texto elaborado por el arqueólogo: Santiago Ferrer